Cada día me despierto ante tu fotografía.
Abro mis ojos y sigues ahí,
en la misma esquina donde te puse por primera vez.
La misma expresión
que ilumina toda mi habitación.
Aunque los colores se estén desvaneciendo un poco
y la sonrisa casi se haya desvanecido de tu cara,
conforme desapareces te reinvento.
De mi imaginación
jamás te borraré.
No hay forma de negociar con el futuro.
Al final, no hay garantías... oh no.
Incluso si te vas siempre te encontraré
justo donde te dejé
sonriéndome de vuelta.
*
Cada estrella tiene una estación, un momento, una razón de ser.
Podemos verlas con arrepentimiento mientras destellan y luego mueren,
pero al menos por un segundo nos bañamos en la luz
de su paso.
El recuerdo aún perdura.
A través de los años y la distancia, tu imagen continúa
como el primer día que te vi; jamás cambiarás.
Como símbolo me dejaste tu fotografía.
Cada día que me despierto ante tu fotografía,
te fabrico una actitud diferente.
Intento visualizar las cosas que haces,
no por desesperación,
sino sólo para sentirme parte de ti.
No hay forma de negociar con el futuro.
Lo que nos aguarda, no podemos verlo... oh no.
Incluso si te vas siempre te encontraré
justo donde te dejé
sonriéndome de vuelta.
*
Cada estrella tiene una estación, un momento, una razón de ser.
Podemos verlas con arrepentimiento mientras destellan y luego mueren,
pero al menos por un segundo nos bañamos en la luz
de su paso.
El recuerdo aún perdura.
A través de los años y la distancia, tu imagen continúa
como el primer día que te vi; jamás cambiarás.
Como símbolo me dejaste tu fotografía
sonriéndome de vuelta.