El amor es un rayo de luz indirecta;
una gota de paz, una fe que despierta.
Un zumbido en el aire, un punto en la niebla;
un perfil, una sombra, una pausa, una espera.
El amor es un suave rumor que se acerca...
Un timbre a lo lejos, una brisa ligera,
una voz en la calma, un aroma de menta;
un después, un quizás, una vez, una meta.
El amor va brotando entre el aire y el suelo,
y se palpa y se siente y hay quien pueda verlo;
y hace que te despiertes y pienses en él
y te llama despacio, rozando tu piel.
El amor te hipnotiza, te hace soñar
y sueñas y cedes y te dejas llevar.
Y te mueve por dentro y te hace ser más
y te empuja y te puede y te lleva detrás.
Y de pronto te alza, te lanza, te quema...
Hace luz en tu alma, hace fuego en tus venas
y te hace gritar el sentir que te quemas:
¡te disuelve, te evapora, te destruye, te crea!
¡Y te hace viajar en el filo del tiempo
remontando los siglos de mil universos,
y te lleva a la Gloria y te entrega la tierra
y te mira y te ve y piensa y piensa!
Y, de pronto, el amor es la luz de una llama
que se empieza a apagar y se va y se apaga...
Es la isla pequeña perdida en la niebla;
una gota, un no sé, una mancha, una mueca.
El amor es la hoja caída en la tierra;
un punto en el mar, una bruma que espesa...
Un peso en el alma, un sol que se vela
y un por qué, un segundo, un ya sé, una queja.
El amor va bajando peldaño a peldaño
con las manos cerradas y el paso cansado.
Te pregunta quién eres para hacerte saber
que apenas te conoce, que qué quieres de él.
El amor te hace burla, se ríe de ti
mientras tú sigues quieto, sin saber que decir.
Y deseas seguirle y decirle que no;
¡que se quede, que vuelva, que comete un error!
Y el amor desbarata tus grandes ideas.
Te destroza, te rompe, te parte, te quiebra
y te hace ser ese que tú no quisieras
y te empuja a ser malo y te deja hecho mierda.
Y te arroja de bruces al último infierno
arrancándote el alma, pisándote el cuerpo
y te ahoga ese ansia de volver a la nada
y, de pronto, se para y te ve y se apiada....