Me consideras el joven aprendiz,
atrapado entre Escila y Caribdis, (1)
si debo permanecer aquí me hipnotizas,
sigo mirando el anillo en tu dedo.
Nada más vine a aquí a buscar sabiduría,
lo que no enseñarían en la universidad.
Veo que el destino que vendiste
se transforma en una franja brillante de oro.
Me tendrás a tus pies. (2)
Me tendrás a tus pies.
No te llamas Mefistófeles, (3)
sé que andas en lo mismo.
Escucharé con atención tus clases,
verás que dará fruto.
Me tendrás a tus pies.
Me tendrás a tus pies.
Un dilema detrás de mí, (4)
me esfumaré en el aire y no me encontrarás.
Tallaré tu rostro en alabastro
cuando descubras que tu sirviente es tu amo.
Ah, te tendré a mis pies.
Te tendré a mis pies.
Te tendré a mi pies.
¡Ah!