El sol de la mañana
brilla sobre tu piel
porque tus cortinas blancas,
son tan delgadas como el papel.
Con las ventanas abiertas
puedo sentir la brisa,
pero aquí estamos seguras,
bajo las sábanas.
No quiero irme nunca,
te miraré dormir
y te escucharé respirar.
No quiero irme nunca,
te miraré dormir,
te miraré dormir.
Nunca me aburro
de mirarte,
porque cada vez
veo algo nuevo.
Como esa cricatriz en tu columna:
te caíste del techo,
cuando tenías nueve años;
viviste una vida
antes de mí.
No quiero irme nunca,
te miraré dormir
y te escucharé respirar.
No quiero irme nunca,
te miraré dormir,
te miraré dormir.
(No quiero irme nunca,
te miraré dormir,
te miraré dormir.
No quiero irme nunca,
te miraré dormir,
te miraré dormir.