Con la cabeza hacia atrás, me abandono
y en el éxtasis inhalo
los vientos ligeros a la orilla del mar
inclinado hacia atrás, dejo ir.
Y recibo el día naciente,
el cortejo desatado de las formas,
cristalizadas en el cielo,
los mundos azules,
las olas a la inversa.
El océano y éter se enfrentan,
se comunican en silencio
sin que nosotros, con los pies sobre la tierra,
los comprendamos verdaderamente.