En las calles de Calcuta
donde podemos seguir tus pasos
y las semillas de amor
sembradas a lo largo de todos tus recorridos,
has dado tanta alegría
y librado tantos combates.
Alrededor de ti y en tu interior
escuchábamos esta voz:
"Ven...
¡sé mi luz!
Sólo otra oración.
¡Sé mi luz!
Sólo otra oración.
Tanta belleza en tus ojos
que reflejas a Dios.
Son el fruto de tu oración
estos fieles sobre la tierra,
las arrugas de tu rostro,
la fuerza de los testimonios.
Te quedaste hasta el final.
Amaste a pesar de todo.
Ven...
¡sé mi luz!
Sólo otra oración.
¡Sé mi luz!
Sólo otra oración.
Y sonreír por menos que nada.
Y abrir una mano con ternura.
Poder amar hasta el final.
Poder amar de rodillas.
Tú soñabas con otro mundo,
con un lugar donde el amor abunda, Teresa,
Teresa.
Y sonreír por menos que nada.
Y abrir una mano con ternura.
Poder amar hasta el final.
Poder amar de rodillas.
Tú soñabas con otro mundo,
con un lugar donde el amor abunda, Teresa,
Teresa.
Aquí o en Calcuta,
siempre el mismo combate.
Poder dar amor
a todos los que nos rodean.
Ven...
¡sé mi luz!
Sólo otra oración.
¡Sé mi luz!
Sólo otra oración.
¡Sé mi luz!
Sólo otra oración.
¡Sé mi luz!
Sólo otra oración.
¡Sé mi luz!