Primer suspiro, mi cuerpo separado del cordón.
Primer grito, oigo mucho ruido y luego mi nombre.
Primer día, mis llantos provocan la alegría de mis padres.
Primera noche, al son de la voz de mi madre.
Viene el suspiro, ando, crezco a mi manera.
Viene el grito, prefiero a mis amigos que a las sumas.
Viene el día, nadie en mi casa me comprende.
Viene la noche, primeros porqués, primeros tormentos.
Luego un soplo, el viento me conduce al horizonte.
Luego un grito, hundo en mi vida este torbellino.
Luego un día, perdido, me ahogo en el océano.
Luego una noche, completamente solo frente a mí,
¿a qué espero?
Demasiados suspiros, demasiados compromisos, voy dando vueltas.
Demasiados gritos, busco la salida de mi prisión.
Demasiados días en los que nada funciona, disimulo.
Demasiadas noches en las que me doy miedo, es evidente.
Como un suspiro, asumo quién soy, cómo tengo juicio.
Como un grito, sí, me libero de las convenciones.
Como un día en el que abro mis brazos, mi corazón, de par en par.
Como una noche, por fin aquí estás, en el justo momento.
Es tu suspiro, que se posa, aquí y allá, en mi frente.
Es tu grito, mi coche, tu cama o tu salón.
Es tu día, me hablas de ti, de tus sentimientos.
Es tu noche, por primera vez en casa de tus padres.
Son nuestros suspiros, que se intensifican mediante la emoción.
Son nuestros gritos, cuando me atrevo a contestar sí a la pregunta.
Son nuestros días, a los que espero, creo, desde hace tiempo.
Son nuestras noches, en las que me brilla en el dedo este anillo blanco.
Es el suspiro, que es el presente de nuestra unión.
Es el grito de nuestro niño, nuestro bebé.
Es el día, están orgullosos de mí mis antepasados.
Es la noche, conozco la alegría de ser padre.
Nuestras vidas son diferentes, pero se parecen algo,
con lentitud evidente, desfilan ante nuestros ojos,
¿nos impulsan, impacientes, a dar lo mejor de nosotros
antes de que llegue el día de nuestro adiós?
Todos estos suspiros atraviesan candelas y estaciones.
Todos estos gritos, tanto de desafío como de escarmiento.
Todos estos días, contamos con nuestros dedos adolescentes.
Todas estas noches, mamá, papá y luego abuelos.
Ni un suspiro, hay mucha calma aquí en casa.
Ni un grito, solo el del carillón.
Ni un día en el que no vea mi pelo canoso.
Ni una noche en la que no envidie mi vida anterior.
Me ahogo, ahí me quedo sentado en chancletas
y escribo palabras que olvido, expresiones.
Un "buenos días", eso sucede de vez en cuando.
Un "buenas noches", vuestras fotos frente a mí al acostarme.
Último suspiro, última pizca de vida, último estertor.
Último grito, ya no oigo ni ruido ni mi nombre.
Último día, el sonido de mi voz se hace distante.
Última noche, ahí en el más allá
junto a mis padres.