¡Por favor, lárgueme agente!
No me haga pasar vergüenza.
Yo soy un hombre decente,
se lo puedo garantir.
He tenido un mal momento
al toparme a esa malvada,
mas no pienso hacerle nada.
¿Para qué? Ya se ha muerto para mí.
Un tropezón
cualquiera da en la vida,
y el corazón
aprende así a vivir.
D'entre su barro la saqué un día
y con amor la quise hasta mi altar.
Pero bien dicen que la cabra al monte tira
y una vez más razón tuvo el refrán.
Fui un gran otario para esos vivos,
pobres donjuanes de cabaré,
fui un gran otario porque la quise
como ellos nunca podrán querer.
Lléveme, nomás agente,
es mejor que no me largue.
No quiera Dios que me amargue
recordando su traición.
Y olvidándome de todo
a mi corazón me entregue
y al volverla a verme, ciegue
y ahí nomás...
¡Lléveme, será mejor!
(se repite desde: Un tropezón)