Te pasas todo el tiempo
intentando redoblar tus esfuerzos
y muy a menudo,
en esta fiebre de oro,
te olvidas de ti mismo,
me olvidas a mí.
No quieres marcharte
con el corazón cerrado en vida,
prefieres ofrecer
todo tu amor y te dices
que siempre podría ser útil.
Y yo no hago más que hablar, hablar,
hablar, hablar de ti.
Tu nombre lo he gritado, gritado,
gritado en cada azotea.
Pero eso no quiere decir nada, no,
ya que no me oyes.
Y no hago más que hablar, hablar,
hablar, hablar de ti.
Tu nombre lo he gritado, gritado,
gritado en cada azotea.
Pero eso no quiere decir nada,
no, porque tú no me oyes.
Y todas mis lagrimas, mis lagrimas cayendo
no me sirven de nada;
una más y creo que me derretiré
sola en alguna esquina.
Sencillamente eres el hombre de mi vida
y yo, si tu me olvidas,
no podré ver más nada.
Y cuando tus bolsillos, tus bolsillos se vacíen,
tu corazón seguirá pleno.
Y ese aire tímido que tienes,
el que te queda tan bien,
eso es todo lo que amo y además,
sí, si tú me olvidas
me volveré loca.
Y no hago más que hablar, hablar,
hablar, hablar de ti.
Tu nombre lo he gritado, gritado,
gritado en cada azotea.
Pero eso no quiere decir nada
porque tú no me oyes.
Y no hago más que hablar, hablar,
hablar, hablar de ti.
Tu nombre lo he gritado, gritado,
gritado en cada azotea.
Pero eso no quiere decir nada,
oh, no, porque tú no me oyes.
No hago más que hablar, (de ti)
estoy completamente ida,
en las azoteas he gritado,
en las azoteas he gritado.
Yo di, todo di, incondicionalmente,
lo hice por ti.
De verdad...
No hago más que hablar,
no hago más que hablar (de ti)
estoy completamente ida,
en las azoteas he gritado.
Yo di, todo di, incondicionalmente.
Tú no me oyes...