El dos de octubre llegamos
todos pacíficamente
a un mitin en Tlatelolco.
Quince mil en la corriente.
Año del sesenta y ocho,
qué pena me da acordarme,
la plaza estaba repleta,
como a las seis de la tarde.
Grupos de obreros llegaron
y el magisterio consciente,
los estudiantes lograron
un hermoso contingente.
De pronto rayan el cielo,
cuatro luces de bengala
y aparecen muchos hombres,
guante blanco y mala cara.
Zumban las balas mortales,
rápido el pánico crece,
busco refugio y la tropa
en todas partes aparece.
Alzo los ojos al cielo
y un helicóptero miro,
luego sobre Tlatelolco
llueve el fuego muy tupido.
Qué fuerzas tan desiguales,
hartos tanques y fusiles,
armados los militares,
desarmados los civiles.
Doce años tiene un chiquillo
que muerto cae a mi lado
y el vientre de una preñada,
cómo lo han bayoneteado.
Hieren a Oriana Fallaci,
voz de la prensa extranjera,
ya conoció la cultura
del gobierno de esta tierra.
Ya vio que vamos unidos,
estudiantes con el pueblo,
contra un sistema corrupto
y la falacia de un gobierno.
Recordará a los muchachos,
contra la pared sus caras,
las manos sobre la nuca,
y su derecho entre las balas.
Jóvenes manos en alto.
con la V de la Victoria,
V de Vallejo me dicen,
los de la preparatoria.
Pilas de muertos y heridos,
sólo por una protesta,
el pueblo llora su angustia
y el gobierno tiene fiesta.
Qué cruenta fue la matanza,
hasta de bellas criaturas.
Cómo te escurre la sangre,
Plaza de las Tres Culturas.
Y porque en esto murieron
mujeres y hombres del pueblo,
el presidente le aumenta
al ejército su sueldo.