En la playa y con honores
enterramos los relojes,
funeral por el despertador.
Luego, en un corcel ciclista
damos vueltas a la isla
y no hay podio para el vencedor.
Escribieron nuestros nombres
con brochazos blancos y al revés,
igual que en Tourmalet,
lanzados por un mes, van
perdidos en el pelotón,
salvados a contrarreloj,
en brazos del sofá, van
nadando en contrapedal,
hundidos en la general,
pero a flote.
Cromos, naipes, sombras, siestas,
libros viejos y una gesta
que se asoma en el televisor.
Reinas en el chiringuito
miran a un señor bajito
que dejó en la arena su maillot.
Carne de meta volante,
flota de medusas al sprint.
Agosto llega al fin,
septiembre ya está aquí, van
perdidos en el pelotón
salvados a contrarreloj,
en brazos del sofá, van
nadando en contrapedal,
hundidos en la general,
pero a flote.
Quince eneros después,
ya con julio en ciernes,
no dan para más los pies
y nos quema un sol ausente, inerte.
Mientras van ya
bajando el puerto de las tres
con diarios del ochenta y seis
guardando el pecho, y van, van
quedando fuera de control
repiten la misma canción
sin ver París, y van, y van
perdidos en el pelotón
salvados a contrarreloj,
en brazos del sofá, van
nadando en contrapedal,
hundidos en la general,
pero a flote.
Antihéroes.