Cuando se marcha de noche
no le pregunto a onde va,
y en mis tinieblas me queo
sola con mi soleá.
Y cuando siento la llave,
rayando el filo del día,
hago ver que no me entero
entre despierta y dormía.
No sé lo que hacer,
No sé lo que hacer,
que me duele la cal de los huesos,
de tanto querer.
Las ducas que paso yo no se las diera,
ni al más enemigo de mis enemigos,
pa que no sufriera.
¿Dónde estará ahora?
¿Qué será de él?
¿Qué otros labios estará besando
pa calmar su sed?
Y me dan en vilo la una y las dos,
y me voy clavando,
igual que puñales,
las dos manecillas que tiene el reloj.
Hubo un querer en su vía
que le pagó con traición,
pero que está todavía
dentro de su corazón.
Por eso sigue bebiendo
para ocultar su condena
y yo me estoy consumiendo
de sentimiento y de pena.