Soy Peter van der Hold.
Tengo sesenta y ocho años.
Mis dudas y preguntas han aumentado
en cuarenta y dos años de ser un sacerdote.
Estoy al final de mi vida.
No estoy seguro de si voy a sobrevivir.
Con frecuencia no sé qué decir
cuando hablo con Él, cuando rezo.
En respuesta, recibo
sólo silencio, ningún alivio.
He esperado en vano por un poco de consejo
de aquella gran voz en los cielos etéreos.
Una vez fui un revolucionario,
un devoto mercenario,
un estudiante brillante en las manos de Dios.
Ahora estoy viejo y harto de sus exigencias.
Intenté ser honesto y bueno.
Hice mi trabajo lo mejor que pude
pero siempre fui ese hombre promedio
justo en el sitio donde empecé.
Durante el duelo con el que he lidiado,
han pasado tres décadas desde que sentí
la certeza que tanto había adorado
sobre la existencia del Señor.
He visto suficiente, por eso sé
que Dios abandonó este lugar hace mucho, mucho tiempo.
Y cederé a mi parroquia
cosas que no tengo yo pero anhelo,
y específicamente amor y caridad,
en su mayoría, propósito; eso es lo que te libera.
Estoy consciente de que las metáforas
ya no consuelan.
Creo que ya casi termino mi búsqueda.
Envejecí muy rápido incluso en mi iglesia.
Siento como si me excluyeran
de algún tipo de secreto sobre
el significado de la vida a veces.
No puedo dejar de notar que son tiempos mediocres.
He visto suficiente, por eso sé
que Dios abandonó este lugar hace mucho, mucho tiempo.
He visto suficiente, por eso sé
que Dios abandonó este lugar hace mucho, mucho tiempo.
Y el tiempo me hizo bueno en una cosa
y horrible en todo lo demás.
Las bendiciones de un mundo divino
siempre estuvieron en otro lado, nunca fueron mías.
Oh, quisiera abrazar a alguien,
brevemente, quizá divertirme un poco.
Mi cuerpo está apenas diseñado,
así que no soy del tipo que gustan de los abrazos.
Ni una vez ha habido
alguien con piel más suave
que me haya buscado a mitad de la noche
pues mi propio colchón incómodo habría prendido la luz.
Creo que me eligieron mal
y que el tiempo de los santos ha pasado.
Mi fe es de clase baja pero no menos
tras cuarenta y dos años de ser un sacerdote.
La iglesia es como una mujer.
Una cosa fuera de alcance como una visión.
Ella brilla en la distancia que nunca pude entender bien.
Ahora he quedado aquí con mi lamento.
He visto suficiente, por eso sé
que Dios abandonó este lugar hace mucho, mucho tiempo.
He visto suficiente, por eso sé
que Dios abandonó este lugar hace mucho, mucho tiempo.
He visto suficiente, por eso sé
que Dios abandonó este lugar hace mucho, mucho tiempo.
He visto suficiente, por eso sé
que Dios abandonó este lugar hace mucho, mucho tiempo.
Es mi parte, es mi decisión.
Es mi parte, es mi decisión.
Es mi parte, es mi decisión.
Es mi parte, es mi decisión.