William Zanzinger mató a la pobre Hattie Carroll
Con un bastón que giraba sobre su dedo anillado
En una recepción en un hotel de Baltimore
Y llamaron a la Policía y le quitaron el arma
Mientras lo llevaban preso a la comisaría
Y lo registraron por asesinato en primer grado
Pero los que filosofáis sobre la desgracia y criticáis todos los temores
Quitaos la venda de los ojos
Ahora no es momento de llorar
William Zanzinger, que a los veinticuatro años
Tiene una granja de tabaco de seiscientos acres
Con padres ricos que lo mantienen y protegen
Y contactos en la alta política de Maryland
Se encogió de hombros ante su acción
Y decía palabrotas, se burlaba y su lengua gruñía
En cuestión de minutos salió bajo fianza
Pero los que filosofáis sobre la desgracia y criticáis todos los temores
Quitaos la venda de los ojos
Ahora no es momento de llorar
Hattie Carrol era doncella en la cocina
Tenía 51 años y dio a luz a diez niños
Que llevaban los platos y sacaban la basura
Y nunca se sentó a la cabecera de la mesa
Y ni siquiera hablaba con la gente que comía
Que limpiaba todas las sobras de la mesa
Y vaciaba los ceniceros en un plano muy distinto
La mataron de un golpe, la asesinaron con un bastón
Que voló por el aire y golpeó por todos lados
Maldito y decidido a destruir todo lo dulce
Y ella nunca le hizo nada a William Zanzinger
Pero los que filosofáis sobre la desgracia y criticáis todos los temores
Quitaos la venda de los ojos
Ahora no es momento de llorar
En el tribunal de honor, el juez daba martillazos
Para mostrar que todos son iguales y que los tribunales están a la altura
Y que a los jueces no se les presiona ni persuade
Y que incluso a los grandes se les aplica la ley
Una vez que la policía los han perseguido y capturado
Y que la escalera de la ley no tiene cumbre ni fondo
Miró a la persona que mató sin razón ninguna
Que simplemente se sintió así sin dar ningún aviso
Y habló con su toga, muy profundo y distinguido
Y le dio con firmeza, por delito y arrepentimiento
A William Zanzinger una condena de seis meses
Oh, pero los que filosofáis sobre la desgracia y criticáis todos los temores
Quitaos la venda de los ojos
Ahora no es momento de llorar