[Parte uno]
Cuando eras joven, eras el rey de las flores de zanahoria,
y cómo construiste una torre que caía por los árboles,
en sagradas serpientes de cascabel que caían alrededor de tus pies.
Y tu madre clavaba un tenedor justo en el hombro de tu papito,
y tu padre arrojaba basura por todo el suelo,
mientras nos acostábamos y aprendíamos para qué están nuestros cuerpos.
Y esta es la sala donde una tarde supe que podía amarte,
y por encima tuyo cómo me hundí en tu alma,
en ese secreto lugar que nadie se atreve a ir.
Y tu madre bebía hasta dejar de hablar,
y tu padre soñaba sobre todas las formas de morir,
cada una más de lo que él se atrevía a intentar.
[Parte dos]
Te amo, Jesucristo,
Jesucristo, te amo, sí, te amo,
Te amo, Jesucristo,
Jesucristo, te amo, sí, te amo,
en los días de pereza,
los perros se disuelven y se escurren,
el mundo va,
y siempre espera,
el día por el que estamos esperando.
[Parte tres]
Arriba y otra vez,
pasamos por la ola y la resaca,
voy a flotar hasta aprender a nadar,
dentro de mi madre en un cesto de basura,
hasta encontrarme otra vez, otra vez.
Arriba y otra vez vamos,
las bocas se abren de par en par y aún escupiendo,
y voy a escupir hasta aprender a hablar,
por la puerta mientras los aparadores crujen,
con ellos siempre proclamándome, -me, me, oh.
Arriba y otra vez,
vamos, el peso se asienta y no sé,
voy a gritar hasta que sepan lo que quiero decir,
me refiero al matrimonio de un perro muerto cantando,
y una máquina voladora sintética, sintética.
(Bien)