Cuando me levanto, ella jura que no lo oye.
Dice que soy tan silencioso como un ratón.
Me peino y echo algo de agua en mi cara
y ahuyento la quietud de nuestra casa.
Últimamente, mi paciencia es poca.
Nada bueno parece resultar jamás de todo este esfuerzo
sin importar lo mucho que lo intente.
Sabes que creo en el Hijo, no soy un renegado,
pero a mi gente le dijeron que prosperarían en esta tierra.
Sin embargo, conozco a algunos que nunca han visto el océano
o puesto un pie en una cama de arena aterciopelada.
Pero tienen su tesoro colocándose allá arriba
donde quizá haya muchas mansiones,
pero cuando miro hacia arriba lo único que veo es el cielo.
Quizá es el arreglártelas lo que se mete justo en tu interior.
Se tragaría cada uno de tus pasos, hombre, si pudiera,
pero quizá eso que uno necesita para levantarse
en la mañana y echar a andar otro día, hijo,
es lo que te sostiene hasta que llega algo bueno.
Puertas delanteras con listones verdes, días de agua para lavar trastes.
Todo este pueblo está atado al torso de los misteriosos caminos de Dios.
Quizá es el arreglártelas lo que se mete justo en tu interior.
Se tragaría cada uno de tus pasos, hombre, si pudiera,
pero quizá eso que uno necesita para levantarse
en la mañana y echar a andar otro día, hijo,
es lo que te mantiene de pie donde debes estarlo.
Así que echa a andar otro día, hijo, y sostente hasta que llegue algo bueno.