Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando,
su boca que era mía ya no me besa más.
Se apagaron los ecos de su reír sonoro,
y es cruel este silencio que me hace tanto mal.
Fue mía la piadosa dulzura de sus manos,
que dieron a mis penas caricias de bondad,
y ahora que la evoco hundido en mi quebranto,
las lagrimas trenzadas se niegan a brotar,
y no tengo el consuelo de poder llorar.
¿Por qué sus alas tan cruel quemó la vida?
¿Por qué esta mueca siniestra de la suerte?
Quise abrigarla y mas pudo la muerte,
como me duele y se ahonda mi herida.
Yo sé que ahora vendrán caras extrañas
con su limosna de alivio a mi quebranto,
todo es mentira, mentira es el lamento,
hoy esta solo mi corazón.
Como perros de presa las penas traicioneras
celando mi cariño galopaban detrás,
y escondida en las aguas de su mirada buena
la muerte agazapada marcaba su compás.
En vano yo alentaba febril una esperanza,
clavó en mi carne viva sus garras el dolor,
y mientras en la calle, en loca algarabía,
el carnaval del mundo gozaba y se reía
burlándose el destino me robó su amor.
¿Por qué sus alas...
Yo sé que ahora...
(Se repite)