Columpios chirriantes y césped alto,
las sombras más largas jamás proyectadas.
El agua está tibia y los niños nadan
y nosotros retozamos en nuestra piel de verano.
No puedo recordar ni una sola preocupación,
sólo el verdor y el aire húmedo.
Luego el Día del trabajo vino y se fue
y mudamos lo que quedaba de nuestra piel de verano.
La noche en que te fuiste, vine
y pelamos las pecas de nuestros hombros.
Nuestras nuevas pieles, tan sonrosadas,
y supe que no podía ganar tu corazón.
Porque el cambio de estación fue un conducto
y habíamos dejado nuestro amor en nuestra piel de verano.