Porque tengo en la vida más de un amor, me juzga la gente;
porque no he respetado las leyes que rigen nuestra sociedad,
porque yo no he podido frenar el corcel que agita las ganas,
porque no he conseguido pasar siete noches en la misma cama.
Pero qué voy a hacer, si es mi forma de ser,
yo me rindo ante el ser que se llama mujer;
si es usted de los hombres que se han consagrado a una mujer,
por Dios lo felicito, dígame el secreto, compañero fiel.
Porque, para mí, basta con solo un perfume que huela a mujer
para ser un esclavo, romantico y loco, del más bello ser.
Pero qué voy a hacer, si es mi forma de ser,
yo nací para amarte, sublime mujer.
Porque al paso del tiempo jamás me encontré ningun otro ser
que provoque ternura, pasión y locura con tanto placer;
porque no cambiaría por nada del mundo el momento aquel,
de la entrega sublime y el beso extasiado, bendita mujer.
Porque fue una mujer la que me diera el ser,
por eso te bendigo sublime mujer;
porque no me he topado con vicio mas fuerte que el de una mujer,
ese vicio bendito que me da lo amargo, que me da la miel.
Porque sólo ella tiene la fórmula mágica y todo el poder
de convertir al hombre en simple mendigo o señor también,
porque fue una mujer la que me diera el ser,
por eso te bendigo bendita mujer.