Todo el camino desde donde vinimos,
construimos una mansión en un día,
relámpagos lejanos, estampidos de truenos,
vimos la casa de nuestro vecino derrumbarse,
miramos hacia el otro lado.
Y entonces la tormenta estaba sobre nuestras cabezas,
todos los océanos hirvieron y ríos sangraron,
subastamos nuestras memorias,
a falta de una brisa,
dispersa lo que queda,
dispersa lo que queda.
Empujada, soy tirada hacia
una degradación de puertas giratorias,
cada advertencia ignoramos
llegando de costas lejanas,
el viento presenta un cambio de rumbo,
una especie de segundo cálculo,
esperábamos en vano
una degradación de puertas giratorias.
Destino, no me falles ahora.
Y cuando pasaron los días que siguieron,
en otra mansión construida para durar,
desde nuestra ventana podíamos ver
sólo posibilidades, por la carretera y vuelta.
Pero entonces la tormenta volvió a por más,
en una desgradación de puertas giratorias,
subastamos nuestras memorias,
a falta de una brisa,
dispersa lo que queda,
dispersa lo que queda.
Empujada, soy tirada hacia
una degradación de puertas giratorias,
cada advertencia ignoramos
llegando de costas lejanas,
el viento presenta un cambio de rumbo,
una especie de segundo cálculo,
esperábamos en vano
una degradación de puertas giratorias.
Destino, no me falles ahora.
Destino, no me falles ahora.
Destino, no me falles ahora.
Destino, no me falles ahora.