Soy un aeropuerto,
condenado a recibirte
con los brazos abiertos.
Soy un corazón muy viejo,
obligado a latir
con cada nuevo tropiezo.
Soy el tonto del pueblo.
Tengo tantas cosas que decirte
y muy poco tiempo.
Por mí no habría que terminar las noches
ni mucho menos comenzar un día nuevo.
Para qué, si las proezas nocturnas
son derrotas de día.
Soy un aeropuerto,
obligado a recibirte
y enseñarte el mundo entero.
Te entrego un cielo abierto
para que puedas perderte
y encontrarte con algo verdadero.
Por mí no habría que terminar las noches
ni mucho menos comenzar un día nuevo.
Para qué, si las proezas nocturnas
son derrotas de día.