La inmensa extensión de las estepas,
cubiertas por la blanca nieve están
y son de este presidio las murallas
tan altas que ni el sol se ve alumbrar.
Las celdas por la nieve están cubiertas
y dentro de una celda un hombre está,
sus ojos afiebrados ven fantasmas
y canta una canción que hace llorar:
Sonia, Sonia, tus cabellos negros
en sueños mil veces besé yo,
nunca yo podré olvidarte,
tú, del Volga eres bella flor.
Sonia, Sonia, mi existencia muere
encerrada en esta gran prisión
y antes que la nieve me aprisione el corazón,
quiero llegue a ti mi maldición.
Cuando eras mi esposa yo te amaba
y con mi amor la vida yo te di
y ciego de pasión no adivinaba
aquella vil traición que sorprendí.
Tus labios de otros labios eran presas
y a un hombre vi que el cuello te ciñó;
entonces mi puñal hundí en su pecho
y el juez tan sólo a mí me condenó.
Sonia, Sonia, yo no sé si existes,
nada de este mundo llega a mí,
sólo hordas de cosacos
y de hambrientos lobos hay aquí.
Aunque mi recuerdo en tu memoria,
por ser tú dichosa ya no esté,
en tus sueños cual fantasma apareceré
y esta historia te recordaré.