Es sólo un hombre de quien hablo,
de su interior como de su entorno.
De cuando se desliza sobre sí mismo.
De cuando escribe como ahora.
En sus mejillas tiene el viento fresco
de la cumbre, de la conquista,
Bajo las uñas tiene la tierra
de cuando se arrastra.
Sus tardes, sus heridas.
Las mujeres amadas y luego olvidadas.
De la ambición, de la esperanza.
Las telarañas de su habitación.
De cuando tiene miedo de morir
y un orgasmo que lo hace temblar.
De cuando la vida después no es así
como parece.
Es sólo un hombre de quien hablo,
cuando se tropieza con su sombra.
Cuando camina sobre el agua y no se ahoga.
E sólo un hombre de quien canto,
de cuando falla y no se perdona
el furor y el desencanto de ese universo
en forma de persona.
Hablo de cuando le dispara a su hermano
o se inclina ante un portafolio.
Cuando observa el infinito
a través de su ombligo.
De cuando agita una bandera
o se esconde detrás de ella por miedo.
Una mentira es más mala
escondida en una oración.
Es sólo un hombre de quien hablo,
de una ducha después de una traición.
De la sonrisa que regresa después de que ha llorado.
Es sólo un hombre de quien escribo.
La noche antes de un largo viaje
cuando no sabe si luego el partir
sea sólo partir o quizá escapar.
Es sólo un hombre lo que me conmueve,
que quisiera matar y salvar, amar y abandonar.
Es sólo un hombre pero lo quiero relatar
porque la alegría, como el dolor, se debe conservar.
Se debe transformar.