Solamente una vez
amé en la vida,
solamente una vez,
y nada más.
Solamente una vez
en mi huerto brilló la esperanza,
la esperanza que alumbra el camino
de mi soledad.
Una vez, nada más
se entrega el alma
con la dulce y total
renunciación.
Y cuando ese milagro realiza
el prodigio de amarse,
hay campanas de fiesta que cantan
en el corazón.
[Repetición de las tres últimas estrofas]