Solamente una vez
amé en la vida.
Solamente una vez
y nada más.
Solamente una vez en mi huerto
brilló la esperanza,
la esperanza
que alumbra
el camino
de mi soledad.
Solamente una vez
se entrega el alma
con la dulce y total
renunciación.
Y cuando ese milagro
realiza el prodigio de amarnos,
hay campanas alegres que cantan
en el corazón.