Enterrador, te suplico
que por mi bien cantes mucho
al recibir los despojos
de la que fue mis amores.
Y en el lugar que reposa
en vez de lucidas flores
siembra una mata de abrojos
para no olvidar quién era.
~ ~ ~
Luego, en lugar de rezar
por su descanso un requiem,
ruega que vaya al infierno
y que el diablo le haga bien.
Y en el mármol de su tumba
de eterna recordación
pondremos esta inscripción
que es la copia de una rumba:
No la lloren, que no, no la lloren,
que fue la gran bandolera,
enterrador, no la lloren.
No la lloren más, (no la lloren)
ni la sientan más,
que fue la gran bandolera,
enterrador, no la lloren.
No la lloren, no, no la lloren,
que fue la gran bandolera,
enterrador, no la lloren.
No la lloren más
(¿Por qué?)
su lengua la mató
(Qué verdad)
a esa conversadora,
enterrador, no la lloren.
No la lloren, que no, no la lloren,
que fue la gran bandolera,
enterrador, no la lloren.
No la lloren más
(¿Por qué?)
que en el infierno está
(Qué verdad)
a esa bandolera,
enterrador, no la lloren.
No la lloren, que no, no la lloren,
que fue la gran bandolera,
enterrador, no la lloren.
¡Dime!
~ ~ ~
No la lloren, que no, no la lloren,
que fue la gran bandolera,
enterrador, no la lloren.
No la lloren más
(Que no)
que ya me la pagó
(Qué verdad)
a esa bandolera,
enterrador, no la lloren.
No la lloren, que no, no la lloren,
que fue la gran bandolera,
enterrador, no la lloren.
No la lloren más,
ni la sientan más,
que fue la gran bandolera,
enterrador, no la lloren.
No la lloren, que no, no la lloren,
que fue la gran bandolera,
enterrador, no la lloren.