Sonríe, aunque te duela el corazón,
sonríe, aunque se te esté rompiendo.
Cuando haya nubarrones en el cielo,
te las apañarás.
Si le sonríes
al miedo y a la pena,
sonríe y puede que mañana
veas al sol brillar para ti.
Ilumínate la cara de entusiasmo,
oculta cualquier rastro de tristeza,
por más que haya siempre una lágrima a punto.
En ese momento,
tienes que seguir intentándolo.
Sonríe, ¿de qué sirve llorar?
Descubrirás que la vida sigue mereciendo la pena.
Solo con que sonrías.