Oh, enciende la vela, John.
La luz del día casi se ha ido.
Los pájaros han cantado su última canción.
Las campanas llaman a todos a misa.
Siéntate aquí a mi lado
pues la noche es muy larga.
Hay algo que debo decir
antes de seguir adelante.
Me uní a la hermandad.
Mis libros lo eran todo para mí.
Escribí las palabras de Dios
y mucho de la historia.
¡Muchos años estuve
posado allá junto al mar!
Las olas lavaban mis lágrimas.
El viento, mi memoria.
Oía respirar al océano
y exhalar en la orilla.
Conocía la sangre de la tormenta.
Su furia soportaba.
Y así pasaron los años
en mi rocosa celda
con sólo un ratón o un pájaro
de amigo; los quise mucho.
Y así ocurrió
que llegué aquí a Romani1
y me tomó muchos años
hasta que llegué aquí contigo.
Por senderos polvosos caminé
y sobre las altas montañas,
a través de los ríos que corren profundamente
bajo el cielo infinito.
Debajo de estos jazmines,
entre estos cipreses,
te doy ahora mis libros
y todos sus misterios.
Ahora toma este reloj de arena
y voltéalo de cabeza
pues cuando las arenas se apacigüen
será cuando me encuentres muerto.
Oh, enciende la vela, John.
La luz del día casi se ha ido.
Los pájaros han cantado su última canción.
Las campanas llaman a todos a misa.
1. Es posible que se refiera a la provincia italiana de Emilia-Romagna, donde McKennitt se inspiró en parte para esta canción, según los fragmentos de su diario compartidos dentro del disco.