El Neva, una visión hermosa.
Se desliza sobre las cabezas, transcurre por el granito,
se desborda por primera vez en cien años,
observa la belleza, observa esta luz,
mientras se adentra en la oscuridad.
Dile que la quiero,
que sin ella toda la vida vale cero,
sin ella toda la vida vale cero.
Y la lluvia atraviesa los impermeables y capuchas,
y un estremecimiento me recorre, entre aterrador y gracioso,
y cerca de las nubes, alrededor de la cabeza,
toma mis palabras, cada letra, cada sílaba,
y arrójalas a los pies de ellla.
Dile que la quiero,
que sin ella toda la vida vale cero,
por su culpa toda la vida vale cero.
Espera a que sea vencido el miedo,
hundido bajo el agua, perdido en las arenas.
De nuevo, el círculo dibujado por última vez,
escurridizo a las manos, invisible a los ojos,
me giro hacia el sonido.
Dile que la quiero,
que sin ella toda la vida vale cero,
sin ella toda la vida vale cero,
por su culpa toda la vida vale cero.