Subí una montaña
sin saber que lo había hecho.
Pensé que sólo era un camino de A a B.
No llevé ninguna protección,
ni mucho de nada,
sólo me fui tal cual
mirando por las ventanas
y tocando canciones y en las puertas.
No estaba asustada,
sólo disfrutaba las vistas.
Me guardé lo mío para mí.
Ahí estaba yo, sentada en el techo del mundo.
Ahí estaba yo, ahí estaba yo
sin saber cómo había llegado ahí
ni cómo irme.
Todos dicen que tuve suerte de haber llegado ahí
ya que no muchos pueden.
La verdad sea dicha, me salvó
el amor de un buen hombre
que vino y me atrapó
y me bajó
de allá arriba.
Y estaría mintiendo si no dijera
que lo extraño de vez en cuando
pero no tengo deseos de volver ahí arriba.
Ahí estaba yo,
sentada en el techo del mundo.
Ahí estaba yo con todos los dioses
sin saber cómo había llegado ahí ni cómo irme.
La gente dice:
"¿Qué tiene de especial estar de vuelta aquí
con todos tan cerca?"
Pero ese es el punto,
no quiero ser diferente.
Sólo quiero encajar.
Ahí estaba yo, ahí estaba yo
sentada en el techo del mundo.
Ahí estaba yo con todos los dioses
sin saber cómo había llegado ahí
ni cómo irme.
Sin saber cómo había llegado ahí
ni cómo irme.
Sin saber cómo había llegado ahí
ni cómo irme.