Señora de Juan Fernández,
haga el favor de no tratarme así,
no piense que por la barba soy un sujeto de muy mal vivir.
Comprenda que todos los hombres no pueden vestirse como su marido.
Los tiempos han cambiado mucho
y a nadie convencen ya los hombres finos.
Señora de Juan Fernández,
pregúntele a su marido.
Él sabe que soy decente, pues es mi amigo;
y a parte de eso, somos vecinos.
Señora de Juan Fernández,
yo sé que el pueblo no me mira bien
por culpa de pequeñeces que he cometido cuando la niñez.
Ya no le pego a mi abuelita
y con la escopeta no le tiro a nadie,
He abandonado el contrabando
y ahora me comporto con mucho donaire.
Señora de Juan Fernández,
no me corte la llamada,
quiero avisarle que su hija Juana
se fue conmigo ésta mañana,
y dentro de una o dos semanas
nuestra familia será aumentada.
Señora de Juan Fernández,
si encuentro algún trabajo bueno,
después de la luna de miel
nos casaremos.
Ya ve Señora...
quién es su yerno.