Señor Juez nada más le quería decir,
que en el día de hoy cansado de vivir
me decido a causar mi baja,
la eterna, la fetén, me excluyo del padrón
y aquí a renglón seguido le expongo la razón,
por la cual rompo la baraja:
No piense en una tragicomedia de amor,
que sufro un cáncer y, no soporto el dolor,
que rechazo ir a un asilo;
que perdí, la razón, la potencia sexual,
que estoy a fin de mes, que si tal que si cual
ni otras cosas por el estilo.
Radiante de salud, en la flor de la edad
me va muy bien en todo con la salvedad
de un hastío tan persistente.
Que vivir para mí es de una insipidez,
que me estomaga y me conduce, señor Juez,
a salirme por la tangente.
Lo que me finiquita el quid de la cuestión,
no es ni más ni menos que la célebre opresión,
entendida en sentido lato.
Ya me comprende usted, qué le voy a explicar,
si aquí en este redil juzgar es sojuzgar
y de eso sabrá usted un rato.
Si yo fuera mujer, minoría racial,
cristiano de base, zurdo, homosexual,
Tercer Mundo, obrero, artista,
me podría sumar a su revolución,
pero al no ser así, ofrecer mi adhesión
me parece paternalista.
No puedo trastocar mi sexo, ni mi piel,
mi ateísmo, mis manos, mis lunas de miel,
desclasarme o pulsar la lira.
Y aunque pudiera, qué, no sería ya igual,
no sería quien soy, motivo primordial,
por el que un servidor suspira.
Y si no soy quien soy, es una ingenuidad
creer que si me ahorco tengo libertad,
más que para escoger la soga.
¡Mi asesino es usted!, ¿ por qué no lo iba a ser ?,
representa la ley, simboliza el poder,
el poder y quién se lo arroga...".
Aquí ya me indigné y di la carta al ujier,
-Archive esto por ahí- no lo podréis creer,
escribía arroga con h, escribía arroga con h.
Y las faltas así, desde hace ya algún tiempo,
es que no las aguanto me ponen a cien,
estaré atravesando un bache.