En la playa se bañaba
una niña angelical
y acariciaban las olas
su figura escultural.
Al entrar en la caseta
a quitarse el bañador
le decía a su bañero
con acento de candor
¡Tápame! ¡Tápame! ¡Tápame!
¡Tápame! ¡Tápame que estoy mojada...!
¡Para mí será taparte
la felicidad soñada!
¡Tápame! ¡Tápame! ¡Tápame!
¡Tápame! ¡Tápame que tengo frío...!
¡Si tu quieres que te tape
ven aquí cariño mío!
Una tarde de aguacero
sin paraguas Soledad
se mojaba y la chiquilla
iba caladita ya.
Un joven la quiso entonces
con el suyo resguardar
y llegó tan a buen tiempo
que ella dijo sin tardar