En la eterna noche
de mi desconsuelo
tú has sido la estrella
que alumbró mi cielo.
Y yo he adivinado,
tu rara hermosura
y has iluminado
toda mi negrura.
Santa, Santa mía,
mujer que brilla en mi existencia;
Santa, sé mi guía
en el triste calvario del vivir.
Aparta de mi senda todas las espinas,
alienta con tus besos mi desilusión.
Santa, Santa mía,
alumbra con tu luz mi corazón.