Vuelve a tu tallo jazmín oloroso,
y a tu orilla espuma del río;
nadie me quiere sacar de este pozo
en donde se ahogan mis cinco sentíos.
Yo que soñaba con el jardinero
del verde, verde limón,
al tronco vivo de aquel limonero
lo tengo en prisión.
Una fuente suspira a mis pies
y no pueo inclíname a beber.
Sangre de mis venas
tengo que llorar,
porque, en vez de quitarte la penas,
te las voy a dar.
Mi gloria se vuelve en llanto
y no, y no me pueo valer
aquél que yo quise tanto
me tie, me tiene que aborrecer.
¡Clemencia por Dios
que no pueo más!
¡Cautiva de esta caena,
sangre de mis venas
tengo que llorar!