Como un canto levanta la noche
añoranzas que vienen y van
encendiendo el violín de los grillos
junto al cerco de la soledad.
Y la luna en el lomo del río
con la espuma se pone a jugar
y unas coplas de viejas vidalas*
en la orilla ya se oyen llorar.
¡Salavina, ay Salavina!
quisiera verte volver,
ser el chango que allá en los bañados
se mojaba contento los pies.
Cuando el sol con su magia ya deja
florecido de oro el tuscal*
el crespín* va rompiendo el silencio
sobre amargos senderos de sal.
Con estrellas y voces lejanas,
esperanza la noche su amor
y la ausencia revive la pena
que se adueña del viejo cantor.
¡Salavina, ay Salavina!
quisiera verte volver,
ser el chango que allá en los bañados
se mojaba contento los pies.