Con tu boca de Mercurio de la época de los misioneros
y tus ojos como humo y tus plegarias como rimas
y tu cruz de plata, y tu voz como campanillas,
oh, ¿cuál de ellos creen que podría enterrarte?
Con tus bolsillos protegidos por fin
y tus visiones de tranvías que pones en la hierba
y tu piel como seda y tu cara como cristal,
¿cuál de ellos creen que podría llevarte?
Señora de ojos tristes de las Tierras Bajas,
a la que, según el profeta de ojos tristes, no hay hombre que se acerque,
mis ojos de almacén, mis tambores árabes,
¿tengo que dejarlos en tu puerta
o, señora de ojos tristes, tengo que esperar?
Con tus sábanas como metal y tu cinturón de encaje
y tu baraja de cartas sin sota y sin as
y tu ropa de sótano y tu cara demacrada,
¿cuál de ellos cree que podría ser más listo que tú?
Con tu silueta cuando cae la luz del sol,
en tus ojos donde nada la luz de la luna
y tus canciones de caja de cerillas y tus himnos gitanos,
¿cuál de ellos intentaría impresionarte?
Señora de ojos tristes de las Tierras Bajas,
a la que, según el profeta de ojos tristes, no hay hombre que se acerque,
mis ojos de almacén, mis tambores árabes,
¿tengo que dejarlos en tu puerta
o, señora de ojos tristes, tengo que esperar?
Los reyes de Tiro con su lista de presos1
están esperando en fila su beso de geranio
y tú no podías saber que iba a ser así,
pero ¿cuál de ellos realmente quiere besarte?
Con tus amores de infancia en la alfombrilla de medianoche
y tu educación española y las medicinas de tu madre
y tu boca de vaquero y tus anuncios de toque de queda,
¿cuál de ellos crees que se te podría resistir?
Señora de ojos tristes de las Tierras Bajas,
a la que, según el profeta de ojos tristes, no hay hombre que se acerque,
mis ojos de almacén, mis tambores árabes,
¿tengo que dejarlos en tu puerta
o, señora de ojos tristes, tengo que esperar?
Oh, los granjeros y los empresarios, todos ellos decidieron
enseñarte los ángeles de la muerte que ocultaban,
pero ¿por qué te escogieron para apoyar su causa?
Oh, ¿cómo pudieron confundirse contigo?
Deseaban que hubieras aceptado la culpa de la granja,
pero con el mar a tus pies y la fingida falsa alarma
y con el hijo de un matón arrullado en tus brazos
¿cómo pudieron persuadirte?
Señora de ojos tristes de las Tierras Bajas,
a la que, según el profeta de ojos tristes, no hay hombre que se acerque,
mis ojos de almacén, mis tambores árabes,
¿tengo que dejarlos en tu puerta
o, señora de ojos tristes, tengo que esperar?
Con tus recuerdos de planchas metálicas de Cannery Row2
y tu marido de revista que un día se tuvo que ir
y tu gentileza ahora, que no tienes más remedio que mostrar,
¿cuál de ellos crees que te contrataría?
Ahora estás con tu ladrón, estás en su libertad condicional,
con tu medallón sagrado que aprietas con la punta de los dedos
y tu cara de santa y tu alma de fantasma,
oh, ¿cuál de ellos crees que podría destruirte?
Señora de ojos tristes de las Tierras Bajas,
a la que, según el profeta de ojos tristes, no hay hombre que se acerque,
mis ojos de almacén, mis tambores árabes,
¿tengo que dejarlos en tu puerta
o, señora de ojos tristes, tengo que esperar?
1. Alusión a la Profecía contra el rey de Tiro. Ezequiel 28-202. Antiguo arrabal de fábricas de conservas de pescado enlatado en Monterey, California.