Cada verso, una bala.
En cada precipicio hemos encontrado las palabras
que se han vuelto camino,
que han llenado este pasaje.
Pasajeros y equipaje
zarpamos con un deseo de huida
y cada puerto la noche
nos ha ido cambiando la vida.
Guardaremos cada amanecer como un tesoro.
Cada baile, cada plaza, cada canción,
la alegría del viaje, los nuevos amigos,
también las pesadillas.
Es hora de volver a casa.
Por los infinitos caminos del mundo
nos seguiremos encontrando,
quizás con otro nombre,
pero con la misma clave:
volar y ser libres.
Sé que también lo sabes:
nunca es la primera vez.
Venimos bailando juntos
desde otras vidas.
La verdad es sencilla:
a cada paso, la suerte se provoca.
El corazón canta un camino,
quien lo sigue nunca se equivoca.
Desde el corazón de Ramallah hasta los Balcanes.
Desde Tokio a la lluvia de Bogotá.
De tus ojos de agua clara, de Senegal hasta Nueva York.
Es hora de volver a casa.
Por los infinitos caminos del mundo
nos seguiremos encontrando,
quizás con otro nombre,
pero con la misma clave:
volar y ser libres.
Sé que también lo sabes:
nunca es la primera vez.
Venimos bailando juntos
desde otras vidas.