El rey ha hecho una proclama, una proclama ha hecho
que los hombres más valientes necesita que vayan a la guerra.
"Yo, que tengo una mujer joven, ¿con quién la dejaré?
La dejaré en casa de mi madre, que la cuidará muy bien"
Al cabo de siete semanas, la convirtió en porquera,
a la mujercita, porquera la convirtió.
Y pasados siete años, vio venir un caballero,
la porquera, vio venir un caballero.
-Saludos, porquera -Saludos, buen caballero.
-Dime, porquera, ¿cuál es la posada más cercana?
-En casa de mi suegra encontraréis todo lo que os hace falta,
tiene de todo para complacer a los caballeros.
-Posadera, ¿me podrías decir qué hay para cenar?
-Hay cocido de gallina y carne de carnero también.
-Posadera, ¿queréis decirme con quién dormiré esta noche?
-Con la porquera, que mi hija la conservo.
-Hace siete años que no duermo en una cama y siete más que no lo haré,
[duermo] al lado del fuego como si fuera un gato.
Ya os guardarías bien de que os oyera vuestro hijo.
Hace siete años que no duermo con un hombre y esta noche tampoco lo haré.
La agarró por la mano blanca y la llevó a la habitación.
-Tú, que no me conoces, ahora me descubriré.
-Catalina, Catalina, eres mi mujer.
Y la porquera en sus brazos se quedó.
-¿Dónde están las ropas buenas que tenías?
-Las tiene vuestra madre y también vuestra hermana.
-Si no fueses mi madre, te quemaría
y esparciría las cenizas desde el monte más alto que conozca.