Si hubiera nacido en Roma hace más de 2000 años,
viviríamos en un Imperio, tendríamos un esclavo,
y ánforas en el patio llenas de aceite y vino
y una estatua de mármol dedicada a mí.
Si hubiera nacido en Roma hace más de 2000 años,
no olería a champú tu cabello dorado,
y ofreceríamos bueyes a los dioses, brindaríamos con soldados,
y nos despertaría un carro, subiendo por el empedrado.
Y los turistas se hacen fotos, donde tú y yo desayunamos.
Son las cosas buenas de pasar a la eternidad.
Y una guía les enseña el mosaico del comedor.
Se fotografían y pasean por nuestra habitación.
Y ahora un niño dibuja a lápiz en la sala del museo,
el brazalete de esmeraldas que te envolvía el velo.
Y un submarinista encuentra nuestros vasos y nuestros platos.
Son las cosas buenas de pasar a la eternidad.