No sé por dónde me vino
este querer sin sentir,
ni sé por qué desatino
todo cambió para mí...
¿Por qué hasta el alma se me iluminó
con luces de aurora, al anochecer?
¿Por qué hasta el pulso se me desbocó
y, toda mi sangre, se puso de pie?
¡Me miraste!
Me miraste y, toda mi noche,
oscura de pena,
ardió de luceros...
¡Me embrujaste!
Me embrujaste y, un río de coplas,
cantó por mis venas
tu amor verdadero.
¿Si estaré, mi Dios, soñando
y tendré que despertar?
Lo que a mí me está pasando...
¡No es mentira ni verdad!
¿Qué me diste?
¿Qué me diste, que así me has cambiado
de nieve, en hoguera
de roja pasión?
¡No me alejes de tu vera
que, sin ti, no hay pa' mí remisión!
¿No estás viendo
que, al llamarte como loca,
desde el alma hasta la boca
se me sube el corazón?
No sé si hay otra que quiera
con la pasión que yo a ti...
Vivir de esta manera,
más que vivir... ¡Es morir!
¿Por qué despierto temblando, azorá,
y miro a la calle desierta y sin luz?
¿Por qué yo tengo la corazoná
de que vas a darme sentencia de cruz?
¡Me miraste!
Me miraste y, al punto, mis ojos,
de frente a los tuyos,
brillaron de celos.
¡Me embrujaste!
Me embrujaste e, igual que de arena,
mis torres de orgullo
vinieron al suelo...
¡Si será de brujería
el metal de tu querer
que, la luz de mi alegría,
la oscurece tu poder!
¿Qué me diste?
¿Qué me diste, que así me has cambiado
de nieve, en hoguera
de roja pasión?
¡No me alejes de tu vera
que, sin ti, no hay pa' mí remisión!
¿No estás viendo
que, al llamarte como loca,
desde el alma hasta la boca
se me sube el corazón?