Acuérdate de escribirme cada tanto desde Los Ángeles
y mándame el número de tu casa, si quieres.
Seis meses no son pocos, sabes; diviértete, haz lo que quieras.
Es correcto distanciarnos, luego veremos qué será de nosotros.
Yo intentaré combatir la tristeza y la soledad
saliendo más seguido con los amigos de siempre.
Pero ahora quédate todavía un poco, escucha lo que diré.
Regálame un segundo de silencio.
Recuerda que cuando te busques
en una canción que habla de nosotros
y se enganche entre tus pestañas una lágrima.
Recuerda que cuando llores
con las piernas apretadas, sentada en la cama
yo estaré ahí junto a ti, te reflejarás en mis ojos.
Nunca te preocupes por mí, yo me las sé arreglar, sabes.
Mejor cuida de ti misma, aún más.
Te lo juro, no es nada contra ti, no hay ningún culpable.
Ahora, vamos, no bajes los ojos, cierra tu abrigo.
Y perdóname por las idioteces que te han hecho llorar.
Pero después era estupendo hacer las paces riendo.
Han anunciado tu vuelo, vamos, espera, no lo perderás.
De nuevo un segundo de silencio.
Recuerda que cuando camines
distraída en el tráfico y te voltees
porque una palabra, una sombra, un gesto te emocionen.
Recuerda que cuando te desnudes
en la oscuridad, vestida con nuestros recuerdos,
yo estaré ahí junto a ti, te reflejarás en mis ojos.
Para nosotros, sólo el tiempo sabe la verdad,
si mañana tú y yo volveremos aquí,
incapaces de vivir alejados ni siquiera un día más.
Sólo el tiempo dirá si era una mentira
o si era correcto para nosotros buscar otro camino.
Ahora vete, debo morderme los labios para no llorar más.
Recuerda que cuando te busques
en una canción que habla de nosotros
y se enganche entre tus pestañas una lágrima.
Recuerda que cuando llores
con las piernas apretadas, sentada en la cama
yo estaré ahí junto a ti, te reflejarás en mis ojos.