Es que me preguntaba si el más grande esfuerzo es lograr no hacer nada,
dejar todo como está, hacer lo que se te antoje
y no ir en contra de la gente.
Es que me perdía detrás de quién sabe cuál magia,
de alguna gran canción en una pila de rocas,
piedras más o menos preciosas
y algún recuerdo importante que siempre se siente.
Es que me dejaba dar vueltas por la tristeza,
esa que te pilla y te toma de las piernas,
que apunta los pies en la dirección opuesta
tan alejada del presente.
Pero nosotros somos esos que quedan
de pie y se tambalean sobre los talones que bailan
y que se quitan los anteojos y con el acelerador hasta el fondo,
las vidas que pasan volando.
Y ve y ve, que pronto los días se alargan
y tendremos sueños como faros,
tendremos los ojos vigilantes y atentos,
y salvajes de los animales.
Es que me volteaba para mirar hacia atrás y
atrás para mí ya no había nada.
Había entendido las reglas del juego
y quería otro,
uno que tomarme más en serio.
Es que me perdía detrás de quién sabe cuál locura,
de alguna gran intuición entre platos sucios y situaciones
entre ojos más o menos distantes
y algún recuerdo importante que siempre se siente.
Pero nosotros somos esos que quedan
de pie y se tambalean sobre los talones que bailan
y que se quitan los anteojos y con el acelerador
hasta el fondo, las vidas que pasan volando.
Y ve y ve, que pronto los días se alargan y tendremos sueños como faros,
tendremos los ojos vigilantes y atentos, y salvajes de los animales.
Y más de una vez y más de un pensamiento
ha sido tan malo como para no decírselo a nadie.
Más de una vez has avanzado derecho,
directamente disparado contra un muro
pero te has hecho aún más daño esperando a alguien.
Pero te has hecho aún más daño esperando a alguien.
Somos esos que quedan de pie y se tambalean sobre los talones que bailan
y que pierden los anteojos y sobre las autopistas
así de bellas las vidas que se pasan volando.
Y ve, y ve que pronto los días se alargan y tendremos sueños como faros,
tendremos los ojos vigilantes y atentos,
y salvajes, y salvajes, salvajes.
Somos esos que miran una estrella precisa entre millones,
los que de noche, con las luces apagadas y las ventanas cerradas,
no se marchan de debajo de los portones.
Esos que incluso ustedes quién sabe cuántas veces
han tomado por las pelotas
pero que, cuando están cansados y sin siquiera ganas,
somos nosotros esos locos que vienen a buscar.
Esos locos que vienen a buscar.
Esos locos que vienen a buscar.
Esos locos que vienen a buscar.