Él le pone una pistola a su cabeza,
ella le cuenta todo,
su voz está encantada como un sueño,
él cose las gritas de su corazón,
antes de desgarrarla,
en el sótano de abajo,
le dice:
« Nunca me digas que no. »
Él quema sus fotos de la secundaria
y entierra viejos sueños,
lee su diario una vez más,
le limpia las lágrimas de los ojos,
aun no puede soportar verla llorar,
su cara esta retorcida y en dolor
le dice:
« Nunca me digas que no. »