Si mi alma encerrada
se pudiese mostrar,
y lo que sufro callada
se pudiese contar,
toda la gente vería
cuánto soy desgraciada,
cuánto finjo alegría,
cuánto lloro al cantar...
Que Dios me perdone
si es crimen o pecado
pero yo soy así
y, huyendo hacia el fado,
huía de mí.
Cantando doy gritos
y nada me duele,
si es pues un pecado
tener amor al fado,
que Dios me perdone.
Cuando canto no pienso
en lo mala que es la vida,
ni siquiera me pertenezco,
ni el mal va conmigo.
Llego a querer la verdad
y a soñar –sueño inmenso–
que todo es felicidad
y tristeza no hay.
Que Dios me perdone
si es crimen o pecado
pero yo soy así
y, huyendo hacia el fado,
huía de mí.
Cantando doy gritos
y nada me duele,
si es pues un pecado
tener amor al fado,
que Dios me perdone.
Cantando doy gritos
y nada me duele,
si es pues un pecado
tener amor al fado,
que Dios me perdone.