En Puerto Marqués,
adornado de azul, oro y plata,
todo se vuelve un sueño
al borde de un golfo brillante.
Armonía risueña
de las flores y palmeras,
dulzura infinita
de las tardes perfumadas …
Allí mi corazón olvida
todos los dolores, las penas,
porque la más bella
aventura me tiende la mano.
Pero la vida más fuerte
se venga siempre ;
hacia el país de las hojas secas
el avión se me lleva,
es hora de volver ...
En Puerto Marqués, durante días,
en el fondo de las tardes,
me cité con el amor,
con la esperanza.
Acecho una estrella
que brilla muy lejos,
pero ya se vela
el cielo incierto …
En Puerto Marqués
todas las alegrías
parecían florecer,
y de todo esto
guardé sólo un recuerdo …
Sólo un recuerdo ...
Pero, ¡qué recuerdo!