Cuando rememoro todos esos años,
veo muchas cosas.
la vida y la muerte enlazadas
como las montañas y los valles
en los que vivíamos.
Había riqueza y opulencia,
pero también tribulaciones y pérdidas.
Había risas y cantares
pero también había lágrimas.
Pero más que lágrimas
se derramaba sangre.
Y tantos quedaron
en tumbas sin adornos, sin enterrar.
Pero para nosotros, la muerte era simplemente otro viaje.
Y cerca de la oscuridad
a través de la que andábamos
también había luz.
La luz de la vida y de la inmortalidad.
Y después de todo,
cuando rememoro esos años,
recuerdo más que nada las canciones.
Cantábamos
como tratando de ahogar el sonido
de las espadas que chocaban,
como si los gritos de guerra se callaran.
Porque la guerra había perdido su sentido.