Hablo de historias que empiezan
donde algunos dejarán su sangre,
donde los jóvenes se hacen demasiado grandes,
y las palabras paran el tiempo
ella salía de una guerra familiar
reducida a no querer sufrir más,
sentada en el mismo atardecer
ella por fin vio a su príncipe negro
él solo tenía que fijarse
en que no fuera demasiado tarde
y ella no se esperase nada
cubierto de cuero, con los ojos alzados hacia el cielo
él se acercó a ella
y le tendió la mano
esa falsa promesa de estar ahí hasta el final
se tornaron la envidia de los envidiables
como Serge y Jane, pero menos vanal
haciendo el amor mientras discutían
llorando de risa, y sin embargo,
pasaron los meses, ella se hundía
mientras él desaparecía,
con los ojos bajo el agua, los dientes apretados,
el agua de la vida que ella dejó
por él, ella se habría enfrentado al vacío
que la carcomía desde
que ella ocultaba sus secretos
en el corazón de un hombre corroído por todos sus vicios
que la tendría para siempre
y ella sabía bien
que sus promesas un día tendrían un fin