Después de haber rodado tanto,
vagando sin rumbo por negros caminos,
al fin regresas a implorarme,
fingiendo un cariño que nunca has sentido.
Te amé quizás como a ninguno
jamás en la vida había querido;
y tú no más por un puñado de oro
cambiaste tu sino y el mío.
Es muy justo que tú sufras
el dolor que yo sufrí,
que tus ojos lloren tanto
como lo hice yo por ti,
que te sientas muerto en vida
como un día me sentí,
y ni así podrás pagarme
lo que tú me hiciste a mí.
Te amé... quizás como a ninguno
jamás en la vida había querido;
y tú no más por un puñado de oro
cambiaste tu sino y el mío.
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Es muy justo que tú sufras
el dolor que yo sufrí,
que tus ojos lloren tanto
como lo hice yo por ti,
que te sientas muerto en vida
como un día me sentí,
y ni así podrás pagarme
lo que tú me hiciste a mí.
Te amé quizás como a ninguno
jamás en la vida había querido;
y tú no más por un puñado de oro
cambiaste tu sino y el mío.