Pido permiso, señores,
este tango habla por mí,
y mi voz entre sus sones
dirá por qué canto así.
Porque, cuando pibe, me acunaba en tangos
la canción materna pa’ llamar el sueño
y escuché el rezongo de los bandoneones
en el empedrado de mi patio viejo.
Porque vi el desfile de las inclemencias,
con mis pobres ojos, llorosos y abiertos.
Y en la triste pieza de mis buenos viejos,
cantó la pobreza su canción de invierno.
Y yo me hice en tangos,
me fui modelando en barro, en miseria,
en las amarguras que da la pobreza.
En llantos de madre, en la rebeldía
del que es fuerte y tiene
que cruzar los brazos
cuando el hambre viene.
Y yo me hice en tangos,
porque el tango es macho,
porque el tango es fuerte,
tiene olor a vida,
tiene gusto a muerte.
Porque quise mucho y porque me engañaron,
y pasé la vida masticando sueños.
Porque soy un árbol que nunca dio frutos,
porque soy un perro que no tiene dueño.
Porque tengo odios que nunca los digo,
porque, cuando quiero, me desangro en besos.
Porque quise mucho y no me han querido,
por eso canto tan triste, por eso.